Hoy,como si de ayer se tratara quiero extender mis emociones y conducirlas a buen puerto.
Quiero hablar del tiempo, del espacio que se situa entre el antes, ahora y el después.
Del que se nos escurre entre los dedos sin apenas ser conscientes, del que nos apesadumbra cuando se nos tuercen los momentos.
El tiempo vivido como batalla en la que lidiar miles de conflictos. O aquél en el que se nos da otra oportunidad para construir espacios de encuentro y conciliación .
Pero yo, hombre ruín, atrapado en nuestro tiempo, vivo corriendo detrás del tictac de un reloj que tiré al contenedor más cercano. Apuro las horas como si alguien me marcase el ritmo de mi existencia y compruebo casi siempre que llegar tarde forma parte de mi atuendo habitual.
Y me persigue cada vez de forma más despiadada, alterando mi rumbo, determinando más de lo que quisiera. Me bato en duelo con su ilógica manera de conducirme sin que finalmente consiga controlar sus designios.
Acumulo tantos pendientes que deja insatisfecho mi balance diario.
Pero, aqui y ahora, juro por los dioses, en los que no creo, que me aliaré con la calma y el sentir sereno, pediré un alto a mis demandas y me dejaré llevar por la paciencia para cubrir lo que siempre dejé varado en el camino.
Ahora sí que te necesito: tiempo para la risa, tiempo para la ternura, para el disfrute, para el deseo, para mirar despacio, para sentir la calma, para hablar de mi. Tiempo para recibir sin dar, tiempo para oir el silencio y el rumor del mar y si me deja hasta para sentir las caricias que me produce esa bellísima partitura que quedó archivada en el disco duro de mi ordenador.
Ahora sí,para llegar a tiempo.
Quiero hablar del tiempo, del espacio que se situa entre el antes, ahora y el después.
Del que se nos escurre entre los dedos sin apenas ser conscientes, del que nos apesadumbra cuando se nos tuercen los momentos.
El tiempo vivido como batalla en la que lidiar miles de conflictos. O aquél en el que se nos da otra oportunidad para construir espacios de encuentro y conciliación .
Pero yo, hombre ruín, atrapado en nuestro tiempo, vivo corriendo detrás del tictac de un reloj que tiré al contenedor más cercano. Apuro las horas como si alguien me marcase el ritmo de mi existencia y compruebo casi siempre que llegar tarde forma parte de mi atuendo habitual.
Y me persigue cada vez de forma más despiadada, alterando mi rumbo, determinando más de lo que quisiera. Me bato en duelo con su ilógica manera de conducirme sin que finalmente consiga controlar sus designios.
Acumulo tantos pendientes que deja insatisfecho mi balance diario.
Pero, aqui y ahora, juro por los dioses, en los que no creo, que me aliaré con la calma y el sentir sereno, pediré un alto a mis demandas y me dejaré llevar por la paciencia para cubrir lo que siempre dejé varado en el camino.
Ahora sí que te necesito: tiempo para la risa, tiempo para la ternura, para el disfrute, para el deseo, para mirar despacio, para sentir la calma, para hablar de mi. Tiempo para recibir sin dar, tiempo para oir el silencio y el rumor del mar y si me deja hasta para sentir las caricias que me produce esa bellísima partitura que quedó archivada en el disco duro de mi ordenador.
Ahora sí,para llegar a tiempo.